No se en que año se decidió abrir la plaza al tráfico para convertirla en una calle más, pero fue uno de tantos aberrantes crímenes cometidos en nuestro casco antiguo en las últimas décadas.
En estas imágenes podemos ver, marcado en verde, como existir, aun existe la trama rectangular de la antigua plaza. Sin embargo cuando uno está en ella no tiene sensación de estar en plaza alguna. Una calle asfaltada y llena de coches aparcados, cruza la plaza en diagonal. Calle que está pavimentada con bordillos y aceras como si de una calle de barrio más se tratara. A ello sumémosle una bizarra decoración, totalmente sin planificar, y valga la redundancia, a salto de mata: una palmera datilera por aquí, una palmera washingtonia medio seca por allá, un taray junto una de las palmeras, un cuadrilátero de césped totalmente absurdo en medio de la acera, con un arbusto plantado, y 2 chopos al fondo.
Abajo en amarillo, la plaza del ayuntamiento. A la izquierda, en azul, el propio ayuntamiento, el cual tiene junto a él un solar en el que hace 10 años iban a construir de forma inminente la necesaria ampliación del mismo, para la cual hubo incluso presupuesto. Podríamos tener un flamante ayuntamiento con 2 torres, que diera cabida a todas las concejalías sin necesidad de alquilar locales por el pueblo. Un ayuntamiento que diera sus fachadas a ambas plazas de abajo y arriba. Pero al solar le colocaron una verja, y de la obra nada más se volvió a saber.
Teníamos (o tenemos, pero cada vez menos), un casco antiguo con un trazado urbano que se podría calificar de bien histórico por sí mismo, pues seguíamos teniendo el mismo trazado irregular, de estrechas callejuelas, salpicadas con plazoletas y callejones sin salida, típicos de la arquitectura morisca de la que proceden. Algunas como las míticas calle del Castillo y la Comadre han desaparecido. Otras están en proceso de hacerlo, como la calle donde está el castizo bar Los Tanques, con aquellas curvas en angulo recto que la hacían la calle más peculiar del plano eldense, cuyos edificios están desaparecidos y solo quedan solares vacíos. Otras han sido artificialmente ensanchadas, rompiendo su estructura original.
Quiero creer que al menos ya ha terminado aquella tendencia criminal que llevó a derribar históricos edificios modernistas en las calles Nueva, Colón o Jardines, o la de permitir construir mazacotes como el del Portal del Ángel, o el de la imprenta que hay bajo el castillo. O espero que se haya olvidado para siempre la nefasta idea de derribar la parte del Hotel Santa Ana que hace aquel estrechamiento peculiar en la esquina de la Purísima.
La Plaza de Arriba podría tener una de las más bellas estampas de Elda. Podría volver a ser una plaza. Una plaza de verdad, remodelada, sin asfaltos, sin aceras, sin ser convertida en párking del ayuntamiento. Una plaza adoquinada, peatonal, que de pie a convertirse en lugar de esparcimiento, donde los locales de alrededor puedan establecer terrazas, que la gente pueda sentarse en un rincón acogedor, único en la ciudad. Que la plaza pueda volver a ser un lugar concurrido, un punto de reunión para los eldenses, tal como lo ha sido durante casi 1000 años, en vez de ser lo que es ahora, un lugar degradado, abandonado, olvidado, el cual la gente ni tan siquiera recuerda que existe, y al cual nadie se quiere acercar.
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